Como creyentes, y mucho más cuando entendemos y aplicamos la sana doctrina, tendemos a cerrarnos a otras opiniones "que atacan" la verdad de Dios.
En muchos casos somos legalistas, y, ante la más mínima duda, o cuestionamiento sobre la verdad de Dios solemos responder: "Pelea con Dios"; "Es así y punto"; "¿Crees que sabes más que Dios?"... y podría seguir nombrando la multitud de frases de cajón que hacen parte del argot Cristiano-común.
¿Acaso David no le reclamaba a Dios?; ¿En qué pasaje de la Biblia se declara inmundo al que piensa diferente?.
Una cosa es que como creyentes debemos tener unidad, una misma mente, siendo esa mente la de Jesucristo; Otra muy diferente es llegar a pensar que las posiciones históricas o lógicas de nuestros hermanos son inconmovibles o absolutas. Ojo, no estoy hablando que la Biblia tiene varias interpretaciones y mucho menos que aquel libro vivo no es la Palabra de Dios; Por el contrario, como es la verdad del Creador, asimismo debemos respetarla y ponerla sobre cualquier (sí, cualquier; Léase su pastor, mentor, discipulador, líder, etc) pensamiento humano. Finalmente, como creyentes buscamos agradar a Dios y no a los hombres.
Ahora bien, ¿Qué tiene que ver esto con discutir con nuestra esposa?...
... La verdad, mucho. Como líderes del hogar, varones de Dios, creemos que nuestra esposa al casarse con nosotros automáticamente le fue mutilada alguna alguna parte de su naturaleza, léase cerebro y concordando con esto, el cristianismo (Podría decirse mejor "cristiandad"... pero quiero ser muy directo) ha tergiversado la verdad de Dios y pretendiendo tener esposas sumisas las obligamos a callar y simplemente ocuparse de las labores domésticas.
Sí, discuta con su esposa, mejor... charle con ella. Escúchela, comprenda que ella piensa y actúa con dos hemisferios del cerebro y no sólo uno. Cuidela y guíela cuando sea necesario, aún corríjala; pero escúchela... ¡Ah!, no sólo escúchela, valore su opinión. No se encierre sólo a ver televisión y que le lleven la comidita caliente a su cama como "el macho que usted es". Pase horas hablando sobre asuntos con ella hasta que lleguen a un acuerdo (Que sea bíblico), deje de ser monosilábico; No pretenda solucionar las cosas pensando que "Sólo es una rabieta de ella"... y puedo ser un poco más fuerte: No piense en su mente o corazón que "Son puras ganas de joder".
Discuta con su esposa, y verá que usted la va a ayudar a afinarse como la mujer virtuosa de Proverbios 31.
En muchos casos somos legalistas, y, ante la más mínima duda, o cuestionamiento sobre la verdad de Dios solemos responder: "Pelea con Dios"; "Es así y punto"; "¿Crees que sabes más que Dios?"... y podría seguir nombrando la multitud de frases de cajón que hacen parte del argot Cristiano-común.
¿Acaso David no le reclamaba a Dios?; ¿En qué pasaje de la Biblia se declara inmundo al que piensa diferente?.
Una cosa es que como creyentes debemos tener unidad, una misma mente, siendo esa mente la de Jesucristo; Otra muy diferente es llegar a pensar que las posiciones históricas o lógicas de nuestros hermanos son inconmovibles o absolutas. Ojo, no estoy hablando que la Biblia tiene varias interpretaciones y mucho menos que aquel libro vivo no es la Palabra de Dios; Por el contrario, como es la verdad del Creador, asimismo debemos respetarla y ponerla sobre cualquier (sí, cualquier; Léase su pastor, mentor, discipulador, líder, etc) pensamiento humano. Finalmente, como creyentes buscamos agradar a Dios y no a los hombres.
Ahora bien, ¿Qué tiene que ver esto con discutir con nuestra esposa?...
... La verdad, mucho. Como líderes del hogar, varones de Dios, creemos que nuestra esposa al casarse con nosotros automáticamente le fue mutilada alguna alguna parte de su naturaleza, léase cerebro y concordando con esto, el cristianismo (Podría decirse mejor "cristiandad"... pero quiero ser muy directo) ha tergiversado la verdad de Dios y pretendiendo tener esposas sumisas las obligamos a callar y simplemente ocuparse de las labores domésticas.
Sí, discuta con su esposa, mejor... charle con ella. Escúchela, comprenda que ella piensa y actúa con dos hemisferios del cerebro y no sólo uno. Cuidela y guíela cuando sea necesario, aún corríjala; pero escúchela... ¡Ah!, no sólo escúchela, valore su opinión. No se encierre sólo a ver televisión y que le lleven la comidita caliente a su cama como "el macho que usted es". Pase horas hablando sobre asuntos con ella hasta que lleguen a un acuerdo (Que sea bíblico), deje de ser monosilábico; No pretenda solucionar las cosas pensando que "Sólo es una rabieta de ella"... y puedo ser un poco más fuerte: No piense en su mente o corazón que "Son puras ganas de joder".
Discuta con su esposa, y verá que usted la va a ayudar a afinarse como la mujer virtuosa de Proverbios 31.