En el devaneo del mundo en que vivimos ha surgido una nueva "tribu", "los cristianos", "los evangélicos". Ciertamente las cosas en Colombia en cuanto a la composición religiosa han cambiado montones, éste ha dejado de ser un país 99,99999% católico.
Si bien, esto es bueno y esperanzador para nuestro país, no deja de ser menos cierto que también los que se hacen llamar "cristianos" en muchas ocasiones dilapidan el gran nombre de Dios con sus actos. En realidad, en cierta manera, todos hacemos parte de este grupo.
Es decepcionante el ciclo del "cristiano", en realidad, en gran parte, el nefasto actuar de nosotros es culpa del liderazgo chibcho-cristiano. Sin embargo ningún creyente tiene excusa.
Volviendo al tema, este es el ciclo del "cristiano" (Puede ser que aplique para el creyente latinoamericano):
- Llega a una iglesia, en muchas ocasiones nunca le presentan el plan de salvación. Su vida sigue siendo la misma que tenía antes de llegar a la bodega en la que le hablaron de Dios, pero ahora tiene una inclinación por cosas espirituales y se hace llamar "cristiano". Este es el peor caso de todos, un hijo de Satanás creyendo ser hijo de Dios. Un Martínez creyendo que es Pérez.
- Otra opción, es que el ciudadano llegue a un templo, haga su conversión y luego sus miopes guías le muestren que la espiritualidad y todo de lo que se trata la vida cristiana tiene que ver con el "milagrerismo". Esto es mortal para el crecimiento espiritual del nuevo integrante de la familia de Dios, de hecho, nunca crece y va al recinto a ver cuál es el nuevo show del día.
- Supongamos además que la conversión o profesión de fe provino de un corazón sincero. Ahí en muchas ocasiones interviene el tropicalismo que abunda por nuestras venas. En este caso el creyente se pone a hablar como un loro mojado. Nadie lo puede callar, y en realidad todos hemos vivido que después de llegar a los pies de Cristo es imposible silenciar lo que él hizo en nuestras vidas, pero también entendemos ahora, que la vida del creyente no se trata de pasársela hablando de "cosas espirituales", se trata de actuar. Como el nuevo nacido no actúa y sólo habla, genera una nefasta ampolla en los corazones de algunos familiares o amigos que no son salvos.
- En el crecimiento criollo-cristiano (y esta sí puede ser una tendencia mundial) comienza a cambiar el lenguaje del creyente. Esto es bueno, es excelente de hecho, inexplicablemente cuando llegamos a Cristo, dejamos de decir groserías, empezamos a bendecir a otros y aún a hablar la biblia. Sin embargo, muchos en nuestro proceso adquirimos lenguajes que no son provenientes de un corazón sincero, por el contrario son la imitación de las señales de piedad falsa que muestran algunos líderes. Es triste ver cómo cuando hablas con algunos predicadores frente a frente se comunican como cualquier otro, sin embargo en el púlpito emiten sonidos extraños, no de un hablante colombiano; en algunos casos acentos centroamericanos, norteamericanos y entonaciones que no son propias del buen español. Sin duda alguna, esto nos clasifica como bichos raros, y en realidad lo somos.
- Otro nefasto elemento del cristiano medieval que nos desarma a la hora de testificar es considerarse infalible. A veces creemos que cuando llegamos a Cristo se quitaron todos los pecados de nosotros y si no, buscamos justificaciones ante nuestras acciones. Esto nos deja como pedantes ante otros creyentes y sobretodo ante nuestros familiares. Adicionalmente, olvidamos que debemos cambiar diariamente, estancamos el proceso de renovación y seguimos enfermos.
- Adicionalmente, el creyente inmaduro se convierte en un ser "juzguetas panderetas". Qué infantil es satanizar TODOOO lo que el "cristiano" ve a su alrededor. Nuestros seres queridos se convierten en diablos. ¿Es esto lo que quiere Dios?
La reflexión final, me motiva a evaluarme en cada instante que me dicen "cristiano". ¿de verdad vivo como un cristiano?. ¿Soy parte de una tendencia o tengo una vida genuinamente cambiada por el poder de Jesucristo?.