Una persona normal en muchas ocasiones esconde una segunda intención cuando obra en favor ó por algo. No es el sentido de pertenencia, moral, ética lo que pulula en el hombre. Las anteriores son sólo algunas categorías para justificar comportamientos que esconden la verdadera motivación del corazón.
En el ministerio puede pasar lo mismo. Hay líderes que prohiben vestimentas, tal vez su motivación interna es el miedo ó la inseguridad; por otro lado pienso que puede ocurrir que se condene al liderazgo de una iglesia por su comportamiento, pero tal vez sólo se hace buscando alguna posición o el favor de los hombres. De otra parte, un líder puede mostrarse muy severo con algún creyente, pero en el fondo tiene envidia de algún don, talento ó habilidad particular de otro creyente. Son sólo ejemplos.
Maldito el hombre que confía en el hombre. No podemos idealizar a los pastores, políticos ó creyentes; simplemente son hombres, pecan, tienen intereses personales. Que esto sea un refuerzo para pensar que es Dios quien escudriña la mente y el corazón; él sabe que podemos tener un corazón... PERVERSO.
Jeremías 17:9
Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?
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