Hoy corrí 10k en una competición pequeña. Me preparé, equipé y participé.
Finalmente llegó el día y superé mi mejor marca en la distancia.
Trotar es un ejercicio mental y físico muy importante, siento que me da tiempo para conectar mi mente con la de mi Pastor. Me hace pensar en lo ardua que es la carrera espiritual, sobretodo porque es individual. Cuando hago running, ¡no compito con nadie!, sólo contra mi mismo, no me importa quien gane, sólo escucho mi corazón, mis pisadas y hago seguimiento a la distancia que me falta.
En este sentido, hay muchísimas aplicaciones de la vida espiritual con la de una maratón. Sin embargo sólo quiero centrarme en la individualidad. En Cristo. No competimos entre creyente, personas o iglesias. Simplemente cada uno debe procurar la meta que es Cristo, a su ritmo, sin imitar, sin parar, dejándose llevar por el paso que pone Jesús. Los creyentes solemos responsabilizar a líderes, maestros del discipulado, pero absolutamente, nadie corre por nosotros, nuestras acciones detonan sólo en nuestro nombre el cómo corremos.
Hoy debo, recodar la meta y poner un paso para que yo responda individualmente a Dios.
domingo, 8 de diciembre de 2013
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario