- El Cristianismo ha desvirtuado su esencia y se convierte en un arma de la intolerancia con los seres humanos. Valga la pena decir sobre este punto que la radicalidad del cristiano debe ir en pro de las vidas que practican la Biblia y de respetar a profundidad los dichos de Dios. Sin embargo, durante las épocas nosotros hemos sido participantes en esclavitudes, racismos, homofobismos, machismos, etc. Todas estas cosas son distractores que utiliza el diablo para hacer creer que seguimos a Cristo, sin embargo, corremos el riesgo de ir tras pensamientos y posturas humanas, de las cuales, su aceptación siempre depende del siglo en que se esté. El pensamiento colectivo termina volviéndose bíblico a nuestra fuerza.
- ¿Qué tan radicales debemos ser en nuestras familias?; la respuesta es un poco la misma, pero a nivel de hogar; una morada que refleje la sinceridad de Cristo y que tiende a la transparencia sin premiar y exaltar la hipocresía, es una casa que tendrá más habilidad de jugar con las miles de paradojas y variables de la vida, que aquellas que dejan la transparencia por una fachada y después terminan alejando a nuestros hijos de Cristo.
Repito, la intolerancia es con el pecado, no con los pecadores.
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